La salud está en nuestras manos

• enero 18, 2024
• Autocuidado

Por: Natalia Contreras

La salud no es estática. Es una construcción. Se siembra cada día.

La medicina occidental nos ha hecho creer que la salud es heredada. Que nuestros genes determinan el resto de nuestra vida. Y claro que influyen, sobretodo porque dan cuenta de la historia de nuestro árbol. Son registros de nuestros orígenes y no podemos negar que de dónde venimos tiene una influencia enorme en nuestro devenir.

Pero imagínense que todo en la vida se determinara en nuestro nacimiento. La vida quedaría reducida a muy pocas opciones.

Los primeros años de nuestra vida son fundamentales porque aprendemos cómo relacionarnos con el mundo. Los hábitos que tendremos en nuestra juventud y adultez temprana se cimientan en la infancia. Así que claro, los genes –y los comportamientos que aprendemos de quienes nos los otorgaron, son esenciales en nuestra salud.

Pero los genes, así como la salud, no son fijos, responden a las interacciones a las que son expuestos. Cambiar nuestro ambiente y nuestros hábitos puede esculpir formas novedosas, enlazar la información en nuevos tejidos armoniosos que nos ofrezcan cobijo y bienestar.

La medicina herbal es una revolución. Porque más que implicar un “paciente” –esa persona que espera pacientemente que su médico y los fármacos mágicos que le receta le garanticen unos cuantos años más de vida sin importar el costo; la medicina herbal implica soberanía.

Las plantas con su sabiduría despiertan nuestra sabiduría. Nos permiten tender puentes para recuperar el poder que habita en nosotras.

El cuerpo humano es un sistema que se autorregula. Tiene las facultades para garantizar su existencia y atender el llamado de la vida: vivir. Así que cuando algo falla, sabe cómo regenerarse. Y si recibe el apoyo de las plantas, el poder se amplifica.

Es urgente volver a situarnos como parte intrínseca del gran organismo vivo que es la Tierra. Los últimos siglos de Occidente han devenido en separarnos a los humanos del mundo natural. Nuestro pensamiento nos ha dejado huérfanos, como si nuestra propia “inteligencia” nos eximiera de los principios que operan en nuestro planeta.

Las plantas, como hermanas mayores, nos marcan el camino de regreso a casa. Somos seres vivos y en nuestras manos está permitir que nuestra sabiduría innata se exprese.

La medicina herbal nos recuerda constantemente nuestro poder de decisión. Cada movimiento que hacemos con nuestras manos: los alimentos que llevamos a nuestra boca, las puertas que abrimos para mover nuestro cuerpo, la flecha que lanzamos desde nuestras emociones, las plantas que tocamos para equilibrarnos, determinan nuestra salud.

De nosotras depende responsabilizarnos de nuestra sanación. La medicina herbal nos pone en el centro de ese proceso: nos invita a conocernos, a escucharnos, a estar muy atentas a los cambios que se manifiestan en nuestro cuerpo y a reconocer las necesidades que tiene.

Cada cuerpo es único y en esa singularidad responde de manera particular a las interacciones con las plantas, los alimentos, las situaciones y las personas con las que nos encontramos en el camino. El proceso de sanación es un proceso vivo, en constante cambio que requiere respuestas asertivas de nuestra parte.

En nuestras manos está confiar en nosotras mismas, empoderarnos y enraizarnos al cuerpo, a la tierra, a la vida. En nuestras manos está volvernos expertas en el lenguaje de nuestro cuerpo, en profundizar la relación con nosotras mismas para comprender las señales con las que el cuerpo nos habla y crear formas de comunicación que manifiesten la sabiduría infinita que nos habita.

En nuestras manos está la creación de nuestra salud y las plantas, con su escala de tiempo tan distinta a la nuestra, nos demuestran que la gestación se hace a fuego lento, paso a paso.

Nunca es tarde, las plantas y nuestro poder nos están llamando. La salud está en nuestras manos. Todo se puede curar.