La destilación por arrastre de vapor es un procedimiento en el que se recrea el ciclo del agua. En un recipiente se pone agua a hervir para que su vapor ascienda y entre en contacto con material vegetal que hay en otro recipiente. El agua gaseosa -con moléculas volátiles e hidrosolubles de la planta adheridas- se moviliza por un puente y se condensa, cae por una espiral sumergida en agua fría. Los líquidos condensados son el hidrolato y el aceite esencial de la planta, lluvias herbales.
Cada gota de hidrolato contiene la vibración de la planta, sus principios y propiedades al momento de ser cosechada y destilada. En la destilación, el vapor abre los poros de las plantas y arrastra sus componentes, imprime su vibración y sus principios activos. Cuando ese vapor se enfría y llueve, el agua recogida es un agua transformada, tiene en sus moléculas la información espiritual y del alma de las plantas, del terreno en el que crecieron, del momento cósmico en el que se disolvió y se coaguló nuevamente, tiene sus aromas y sabores.
Los hidrolatos son aguas con un pH ácido -en un rango entre 3 a 5,9-, dependiendo de la planta. Son hologramas de la planta destilada, en cada gota contienen la información que fluía en sus células al momento de ser cosechada. Para tener una referencia, son aproximadamente 2 kilos de planta convertidos en 500 ml de hidrolato. Cada gota guarda la memoria de abundante material vegetal, cada gota amplía la resonancia de la planta. Son aguas herbales con altas concentraciones, unas cuantas gotas pueden movilizar profundamente nuestras constelaciones internas, son medicina líquida dosificable. Los hidrolatos son fractales de las plantas y del universo, son aguas purificadoras, su medicina hidrata, armoniza, vibra.
El cuerpo humano está constituido en un 70% por agua. Más del 90% de nuestra saliva, sangre y linfa es agua. El cerebro, los pulmones y la bilis son 80% agua. Indiscutiblemente necesitamos de este elemento para el bienestar y el correcto funcionamiento de nuestro metabolismo. Nuestra energía, digestión, función mental, circulación entre otras funciones dependen de la hidratación para su buen desempeño.
Los hidrolatos son aguas herbales que nos hidratan profundamente, son razones aromáticas deliciosas para que hagamos del acto de tomar agua un ritual cotidiano en nuestra vida. Son aliados para ofrendarle a nuestro cuerpo el agua que necesitan las células para funcionar correctamente.
Los hidrolatos vibran con el cuerpo humano. Son un puente entre nuestra naturaleza interna y los aceites esenciales de las plantas. A diferencia de los aceites esenciales, que por su complejidad molecular no son fácilmente asimilables, los hidrolatos son hidrosolubles, nuestro organismo los asimila naturalmente. Nos ofrendan su medicina en medios acuosos, nos traducen la información del universo, su inteligencia, por medio de la vibración de sus aguas, y este medio facilita que podamos tomarla y sumergirnos en su sabiduría y capacidad regenerativa.
Es importante conocer la materia médica de la planta de la cual tenemos su hidrolato. De esta manera podemos brindarle a nuestro cuerpo la mejor sinergia posible.
Los hidrolatos son tan generosos que podemos utilizarlos de infinitas maneras posibles, tanto interna como externamente. En vía tópica podemos usarlos para desinfectar y cicatrizar heridas, limpiar y tonificar nuestra piel, aliviar dolores musculares, hacernos compresas, para reflexología y lavados de pies, se usan para equilibrar los puntos de acupuntura.
Podemos disolver un poco de hidrolato en nuestra almohada antes de dormir, en nuestra ropa y en los espacios para armonizar, limpiar, refrescar y relajarnos.
Los hidrolatos pueden combinarse con agua caliente para hacer vaporizaciones (faciales, pulmonares, vaginales) y baños herbales. También sirven diluidos en agua para hacerse lavados nasales, en los oídos y ojos.
De manera interna podemos tomar hidrolatos diluidos en agua. Purifican nuestro organismo, lo desinflaman –sobretodo el estómago– y equilibran sus aguas internas. Ayudan a disolver y eliminar toxinas. Regulan nuestra mente, emociones y nuestro espíritu. Podemos tomarlos por tiempo corto en dosis altas para equilibrar alguna función, o hacer curas durante semanas con dosis más bajas para afinar aspectos más sutiles.
En sus aguas flotan aromas que sanan, ondas que afinan y equilibran nuestras esferas. Los hidrolatos encubren la disolución y coagulación del agua, ese movimiento que desata la orquesta de la existencia.
“Invocamos al Espíritu del Agua, Espíritu de la purificación y la frescura. De la disolución y la fluidez, Espíritu del mar, de los ríos subterráneos de nuestro inconsciente que nos susurra símbolos, sueños y arquetipos. Espíritu de las imágenes y la poesía, del líquido lenguaje de la luna, espíritu de la compasión, de la mística y la transmutación. Te invocamos Espíritu sagrado del agua para limpiar y sanar nuestras manos y nuestros corazones heridos”. –Silvina y Guadalupe Wernicke
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